Por Nicolás Pinzón Guerrero
No voy a contar la historia de 13%. No tengo claro si el cumpleaños de los proyectos es cuando salen al aire y se exponen al público o cuando se empiezan a gestar las ideas. Si se toma el ejemplo de lo humanos, la tradición es que los cumpleaños son cuando salimos al aire, no cuando nos empezamos a gestar. Haré lo mismo para 13%.
El 15 de agosto de 2018 salimos al aire después de varios meses de gestación. Mirar dos años para atrás es poco y mucho, esas cuestiones relativas del tiempo. Pero quiero hablar del mucho. De esos aprendizajes que me han dejado estos dos años. Son muchos. Es como si 13% cambiara con nosotros y nosotros con 13%.
Cuando digo nosotros, por supuesto, hablo de Andrés Acevedo, mi socio. Sé que los dos hemos aprendido mucho con 13%. Sin embargo, estas reflexiones que quiero dejar son mis apuntes personales. Andrés seguramente comparta algunas y tenga otras — probablemente más profundas y mejor articuladas que las mías — .
Más que un diario personal, espero que estas ideas les sirvan para sus proyectos. Para hacerse nuevas preguntas y, ojalá, poner en duda algunos consejos que se dan por sentado.
- Descartar etiquetas. No me considero ni emprendedor, ni empresario, ni creador de contenido, ni influenciador. Me angustiaba saber en cuál de esos sombreros encajaba. No me siento cómodo con ninguno. Entendí que no importa la etiqueta que me pongan. Importa más lo que uno hace. Entendí que uno puede ser ecléctico, es decir, agarrar las mejores partes de cada sombrero y crear uno propio. En 13% buscamos darle soluciones a un problema complejo. No importa la etiqueta, importa el problema que uno busca abordar.
- Buscar soluciones no es dar respuestas. Algo que me repele es la sobresimplificación de los problemas. Las respuestas enumeradas a una pregunta sirven para las recetas de cocina o las constituciones de empresas. Esquematizar un paso a paso para toda pregunta es peligroso. Tampoco se trata de ser nihilista y relativizar todo. Se trata, creo yo, de construir ideas a fuego lento y estar abierto a ajustarlas según los contextos particulares. En vez de buscarle una respuesta única a todo, constantemente aporta más reformular las preguntas que se hacen para enfrentar ese problema.
- Crear un proyecto paralelo. 13% empezó siendo un proyecto de los sábados. No tengo claro por qué decidí montarme en este bus. No lo necesitaba: estaba contento con mi vida de abogado y tenía suficiente trabajo encima. Pero haber tenido este proyecto paralelo a mi trabajo ha sido una de las mejores decisiones que he tomado. Me abrió un mundo nuevo. Me forzó a estirarme. Me hizo repensarme. Por suerte, y sin saberlo, lo hicimos bien: con paciencia, con sistemas, con expectativas moderadas, divirtiéndonos y aprendiendo. Ojalá todos pudieran tener un proyecto paralelo. Si no sale bien, normalmente queda más en uno de lo que se va; y si sale bien, tal vez deje de ser paralelo y se vuelva el centro. Ese es mi caso.
- Replicar, pero sólo al principio. Es clave tener referentes. Cuando empezamos 13% estudiamos a varias personas y los imitamos de muchas maneras. Esto es esencial para empezar, pero todo proyecto debe buscar su propia identidad. Cada vez replicar menos lo ajeno y construir lo propio. Hay muchos estándares, patrones y formas en las que se “deben” hacer las cosas. Es bueno ponerlas en duda según lo que es uno. Buscar esa autenticidad hace que uno se vuelva único. Todavía estamos en ese proceso, pero me alegra pensar que hemos construido una identidad propia.
- Respirar para coger impulso. Cuando estaba en el colegio muchas veces escuché una frase totalizante: “para atrás ni para tomar impulso”. Probablemente repetí esto en mi cabeza muchas veces y me lo grabé. Siempre para adelante. Siempre avanzando. Siempre creciendo. Con 13% desaprendí esto para aprender otra forma de vivir con la que me siento en mayor sosiego: parar, e incluso retroceder, es una opción que siempre debe estar presente. En parte por eso escribo este artículo: con el fin de parar y respirar. Pensar, en la quietud, creo que es una de las mayores virtudes de 13%. Virtud que he adoptado en todo lo que hago.
- Hay otros miedos distintos al fracaso. Pareciera que el único miedo es a fracasar, o al menos eso dicen los gurús del emprendimiento. Me di cuenta que tuve otros miedos con los que tuve que luchar: el miedo a exponer mis ideas en público, el miedo a ser criticado y el miedo a desenfocar mi carrera creando un proyecto totalmente ajeno a lo que estudié. Creo que esos son los miedos que uno debe trabajar. El miedo al fracaso, por el contrario, no hay que abandonarlo necesariamente. Me sigue dando miedo que 13% fracase. Me da miedo porque me importa lo que hacemos, me parece relevante. Si el miedo al fracaso no es el factor que me pueda limitar a llevar algo a la acción, entonces no me interesa perderlo.
- Ni tan en serio, ni tan personal. Cuando uno juega está inmerso en la realidad del juego. Es serio. Pero uno sabe en el fondo que es un juego. Parece que nos tomamos todo muy en serio. Parece que diversión y trabajo son antónimos. Parece que esfuerzo es igual a sufrimiento y estrés. Ya abandoné ese camino. Ahora me divierto. Intento dar lo mejor, como en el juego, pero sin tomármelo ni tan en serio, ni tan personal. Veo el esfuerzo como un motor, no como un detonador. Trabajo con la humildad de la imperfección y la incoherencia humana. Abrazado a la ironía y el humor que carga la vida misma.
- Cultivarse, siempre. La forma de no estancarse en lo que uno hace es cultivándose. Cultivarse es mantener una mente curiosa para seguir aprendiendo y desaprendiendo. Yo lo hago leyendo, escuchando podcast y poniéndole mucha atención a las conversaciones que tengo. Cultivarse es inhalar. Después debe venir la exhalación para que esto tenga sentido. El conocimiento se acumula, el saber ser articula. Todavía me falta mucho para tener conocimiento.
- La vida en equipo. Me siento orgulloso de haber sido constante con 13% durante dos años, teniendo simultáneamente un trabajo de tiempo completo. Pero esto de ninguna manera hubiera sido posible sin un socio como Andrés Acevedo. Con frecuencia recomiendan no asociarse con amigos. 13%, la verdad, no existiría si Andrés y yo no fuéramos amigos antes que socios. Hemos aprendido a crear equipo, a entender cómo trabajar juntos. Yo, en suerte, creé este proyecto con una mente brillante que ha moldeado gran parte de las bases de 13%. En suerte conocí hace años a Andrés, y en suerte decidimos arrancar este cuento sin saber a dónde nos iba a llevar.
- No sabrán quién fui sobre la tierra. Somos un punto en el universo, pero al tiempo somos lo más importante que tenemos. La vida es paradójica. Es irónica. No pretendo cambiar el mundo. “No soy el insensato que se aferra
al mágico sonido de su nombre; pienso con esperanza en aquel hombre
que no sabrá quien fui sobre la tierra”, dijo Jorge Luis Borges. Aún así, esto importa. Y si puedo dejar este planetica un poquito mejor de lo que lo encontré — así mi nombre quede rápidamente en el olvido —, podré confesar que he vivido.
Estas son algunas de mis reflexiones y aprendizajes en estos dos años. Reflexiones de las que espero reírme en el futuro.
Para celebrar los dos años del nacimiento de 13%, decidimos lanzar un nuevo podcast que también estará en video. Se llama Atemporal y ahí estaremos conversando sin prisa con personas que tienen cosas cosas por enseñarnos.