Por Nicolás Pinzón
Las tragedias se repiten, y eso es esperanzador. Esta reflexión de Stella Navarro es merecedora del premio de disonancia cognitiva por ser opuesta al sentido común. La esperanza, normalmente, la relacionamos con prosperidad y bienestar, no con la repetición de tragedias.
Al entrevistar a Stella Navarro en 13%, quisimos adentrarnos en el corazón del momento más complicado que ha vivido la humanidad recientemente: la pandemia del 2020. Stella es médica intensivista, y eso quiere decir que — sin decidirlo — le tocó ser la primera línea frente al Covid. Junto con todo el personal de salud, Stella tuvo que vivir muchos meses de urgencia, fatiga y dolor. Un verdadero ambiente de trabajo tenso que no daba respiro.
En febrero de 2020, un mes antes de que empezaran las cuarentenas en Colombia, Stella tuvo un desplome emocional. Entendió que lo que venía iba a ser, como mínimo, una tragedia en la que ella y su equipo de trabajo tendrían que tomar decisiones verdaderamente difíciles. Ese era su trabajo, y así fue durante muchos meses.
Pero lo más asombroso de Stella Navarro no fue su realismo frente a la situación, ni su estoicismo, ni la capacidad de mantenerse bien para afrontar el día a día. Stella Navarro supo asumir su rol con el coraje de entender que no era una heroína frente a esta tragedia. Stella, simplemente, hizo su trabajo lo mejor que pudo hacerlo.
Uno tiende a tener delirios de grandeza, delirios de héroe o heroína. Eso no sólo es peligroso porque ningún ser humano está en la capacidad de salvar el mundo, sino porque esa mentalidad lo deja a uno trabajando a la espera de las consecuencias, no del acto mismo. Es extraño cómo la especie humana busca héroes frente a la complejidad. Probablemente, diría Harari, eso nos ha unido alrededor de mitos, leyendas y religiones, pero no deja de ser llamativo que ante los momentos más convulsionados esperemos que haya alguien que nos salve. El gran guerrero, el gran mesías, el gran presidente.
Así, sin preguntárnoslo mucho, le impusimos esa carga sobrehumana con rótulo de héroes al personal de salud durante los meses más álgidos de la pandemia. Como si ellos fueran seres especiales que no se cansan, no dudan y no tienen miedo. Entre ellos, Stella Navarro entendió que ella no salva vidas, que ella no es una heroína, y que lo único que podía hacer era su trabajo de la mejor forma posible. Así lo hizo.
Entonces la esperanza está en que las tragedias se van a repetir. En esta pandemia hemos cometido muchos de los errores que se cometieron en la gripe española de 1918, y seguramente en cien años, o cuando haya otra pandemia, cometeremos muchos de los errores que se cometieron en esta. Así somos, y así es la historia humana, pero ahí también hay esperanza, porque de las tragedias nos levantamos gracias al trabajo de personas comunes que no persiguen un destino heroico, sino hacer lo mejor que sea posible. La esperanza, diría Borges, está en esas personas que se ignoran y que, sin saberlo, están cambiando el mundo haciendo simplemente su trabajo.
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