*Esta es una traducción del artículo de Tomas Pueyo, How to Become the Best in the World at Something, que pueden encontrar aquí.
Por Tomás Pueyo

Este artículo está dedicado a todas las personas que alguna vez soñaron con lograr algo.
¿Qué tan difícil es convertirse en jugador de la NBA? La mayoría de ellos han refinado sus habilidades en la cancha de basketball prácticamente desde la infancia: años de práctica constante, campamentos y partidos para mejorar su tiro, manejo de la bola, pase, defensa…
Como puedes imaginar, la tasa de éxito para convertirse en jugador de NBA es notablemente baja. Son 30 equipos, cada uno de aproximadamente 15 jugadores, lo que da un total de 450: no mucha gente, sobre todo cuando se considera que más de 500,000 jóvenes juegan en las ligas aficionadas en Estados Unidos.
Menos de uno entre cada mil jóvenes lograrán llegar al nivel profesional.
Entonces seamos realistas.
Tú no vas a llegar a la NBA.
Tú no vas a convertirte en el presidente de Estados Unidos.
Tú no vas a ser el mejor escritor del mundo, ni el número uno en ajedrez, ni el sensei de los oradores públicos.
Tu nunca serás el mejor del mundo en una habilidad específica.
Siempre habrá alguien que trabaje más duro.
Siempre habrá alguien con mejor genética, o suerte, o ambas.

Puesto de otra manera, entre más progreses en una habilidad, más difícil se hace sobresalir todavía más.
De manera que intentar ser el mejor en una cosa no es el camino más inteligente hacia el éxito.
En vez de eso, deberías poner tu esfuerzo en dominar una combinación de habilidades. La solución es la acumulación de habilidades, un concepto popularizado por Scott Adams. Así es como funciona.
Los fundamentales
Hace unos años, un amigo estaba apunto de hacer el GMAT. Su esperanza era entrar a las mejores universidades, y este examen era un paso clave en el proceso. Su primera opción, Stanford, solo aceptaba a los top 6% de los aplicantes. Eso significaba que tenía que caer en el percentil 94 para tener una oportunidad de entrar.
El día del examen, estaba temblando. Se sentó frente a su computador en el salón de la prueba, mirando al reloj. Un minuto antes de empezar. Veinte segundos. Uno. Empieza.
Luego de cuatro horas intensas, terminó el examen. Mientras suspiraba en alivio, una luz roja de alerta empezó a titilar furiosamente en su pantalla. TUS RESULTADOS ESTÁN LISTOS.
Puntuó en el percentil 90 en la parte de matemáticas, y en el percentil 95 en la parte oral. ¿Eso quiere decir que estoy en el percentil 92? ¡No puede ser! Se quedó sin aliento. Le entró un vacío en el estómago. El puntaje no era suficiente. Hasta nunca, Stanford.
Pero luego miró más de cerca. Vio algo diferente: su puntaje general lo situaba en el percentil 98. ¿Qué? ¿Cómo es posible?
La mayoría de los estudiantes más matemáticos son malos para las palabras, mientras que los amantes de las letras no son capaces de despejar ecuaciones. Por eso, aunque el puntaje de mi amigo no era el mejor de ninguna sección particular, estaba entre los mejores cuando se consideraban las secciones en combinación.
Así funciona la acumulación de habilidades. Es más fácil y más efectivo estar en el top 10% en varias habilidades diferentes -tu “torre”- que estar en el top 1% en una de esas habilidades. Mira esta gráfica.

Pongámosle matemática al asunto. Si en tu ciudad viven un millón de personas, por ejemplo, y tú perteneces al top 10% de seis habilidades, eso es 1,000,000 x 10% x 10% x 10% x 10% x 10% x 10% = 1. Eres la persona número uno en tu ciudad con esas seis habilidades. ¿Súbele a 10 habilidades? Boom: eres el mejor en el mundo en esa combinación de 10 habilidades.
Idealmente, las habilidades no solo serían únicas, sino complementarias. Imagina a alguien que es razonablemente bueno hablando en público, levantando fondos, escribiendo discursos, carismático, haciendo networking, manejando redes sociales, y persuadiendo. ¿Quién es esa persona? Un político exitoso. Los políticos más exitosos no parecen ser unos fuera de serie en habilidades individuales, ¿cierto? Pero cumplen con los requisitos precisos que les permite triunfar.
Este principio se aplica en todas las disciplinas. Un escritor puede ser el mejor prosista que existe, pero probablemente no tendrá tanto éxito como la persona que es razonablemente buen prosista, un sólido auto promotor, escribe bastante rápido, cautiva audiencias cuando habla en público, y que tiene las habilidades interpersonales para conectar con las personas importantes de la industria editorial.
Acumuladores de habilidades en acción
El gurú de autoayuda Gary Vaynerchuk es un gran ejemplo de un acumulador de habilidades.
Fuente
Tiene 9 millones de seguidores en Instagram, 2.5 millones en Twitter, y más de 3 millones de suscriptores en Youtube, además de un blog que la gente lee como si se tratara de una escritura bíblica. En estos canales, encontrarás contenido que es sólido pero no precisamente asombroso. La magia que hace excepcional a Vaynerchuk es su torre de habilidades: el hecho de que no es solo bueno escribiendo sino también que es sagaz sobre las redes sociales y los negocios, buen orador público, y excepcional en marca personal posicionándolo como uno de los top gurús de autoayuda.
Este principio también aplica a Steve Jobs .En el núcleo de la torre de habilidades de Jobs estaba su pasión por el diseño, ya fuera tipografías, empaques, o arquitectura. Era un obsesivo sobre la apariencia y las sensaciones que generaban sus productos. Nunca fue el mejor del mundo diseñando, pero, con el tiempo, desarrolló una comprensión especial de los principios ganadores del diseño. Más adelante combinó varias habilidades de diseño con un profundo entendimiento de los deseos de los consumidores, conocimiento de la tecnología, una mente estratégica, habilidades en ventas, una capacidad de sacarle todo el jugo a sus empleados, y habilidades de emprendimiento. Juntas, estas habilidades le ayudaron a consolidar una compañía enfocada en tecnología avanzada y hermoso diseño.
Como ellos, miles están teniendo éxito gracias a su torre de habilidades, como el músico que amaba el código y terminó ganándose la vida creando apps para músicos, o Dinara Kasko, una arquitecta que amaba la panadería y terminó construyendo un imperio a punta de la arquitectura de postres.
Fuente: Cuenta de instagram de Dinara Kasko, My Modern Met
¿Cuál es tu particular torre de habilidades?
¿Cómo puedes aplicar esto a tu vida?
Al descubrir tu propia torre de habilidades, considera cómo combinan estas habilidades. La idea es que estén relacionadas de alguna manera, pero que no sean demasiado similares. Por ejemplo, si estás en el top 1% del periodismo, ser parte del top 1% en habilidades de escritura no va a ser un gran diferenciador. La mayoría de los periodistas top también son buenos escritores. Lo que es diferente sobre la torre es que estas habilidades no solo trabajan juntas sino que son lo suficientemente diversas como para hacerte sobresalir.

Las mejores habilidades son esas que no tienden a ir juntas, y aún así se complementan la una a la otra. Por ejemplo, los ingenieros no son buenos oradores públicos, de manera que los que sí lo son tienen una gran ventaja profesional. (Esto es lo que en estadística se llama una “covarianza”. La matemática sobre el número de habilidades encima asume que las habilidades son completamente independientes)
Mi propia torre de habilidades me llevó a dar una charla TEDx que titulé “Por qué cautivan las historias”.
Cuando era niño, mi padre, que trabajaba en publicidad, me contó todo lo que sabía sobre storytelling. Me tomé a pecho esa pasión, leyendo todo cuanto pude sobre cómo hilar historias. Luego, como estudiante de ingeniería, quise entender cómo se hacen las cosas. Sin embargo, leyendo sobre la estructura de las historias, advertí que los expertos solo daban recetas de cómo hilar historias sin explicar el por qué. Afortunadamente, a través de mi trabajo diseñando productos digitales, entendí mucho sobre la psicología y la experiencia del diseño, lo que me condujo a conectar la estructura de las historias con cómo funcionan nuestros cerebros. Finalmente, hace una década, empecé a ir a Toastmasters para aprender a hablar en público ya que me asustaba tanto.
Soy uno de un puñado de personas en el mundo con suficiente conocimiento de storytelling, diseño, y psicología para hacer una conexión entre las tres. Pero de esas personas, pocas tienen la mentalidad de ingeniería para deconstruir un problema. Y de esas pocas, solo una mínima fracción son suficientemente buenos oradores públicos para convertir las teorías en una charla TEDx.

Colapsemos el eje vertical y mirémoslo desde arriba.
Incluso si no estoy en el área amarilla-roja en ninguna de esas habilidades, muy pocas personas se sobreponen a todas ellas.
Algo similar sucedió en el 2020, cuando mis artículos sobre el COVID explotaron viralmente. Cubriré este tema en el artículo premium esta semana, junto con más detalles sobre cómo escoger las habilidades de tu torre.
La lección
Deja de intentar ser el mejor en una habilidad. Te estás encaminando hacia una profunda decepción. En cambio, pregúntate: ¿En cuál nicho quiero sobresalir? ¿Qué combinación de habilidades necesito para ser único en ese nicho?
Si alguien alguna vez te dijo que dejaras de perseguir tus pasiones, que pararas de ser un “bueno en todo, maestro en nada”, diles que en realidad eres “bueno en pocas, maestro de una”.
No es sobre ser grandioso en una sola cosa: solo necesitas ser bastante bueno en un portafolio de habilidades útiles que, combinadas, te hacen verdaderamente único.
Gracias por leer mi artículo. Es profundamente personal, ya que yo, también, soñé algún día con lograr algo extraño:

Soñé que un ingeniero tan carismático como un espárrago podría un día contribuir de vuelta al mundo a través de una comunicación impactante. Dediqué la siguiente década a afinar mis habilidades comunicativas. Cuando mis artículos sobre COVID superaron 60 millones de lectores en el 2020, fui recompensado con más impacto del que alguna vez pude haber soñado.
A veces, cuando estamos en un lugar oscuro, dedicando semanas a algo que los otros desprecian, todo lo que necesitamos es un poco de entusiasmo, una amigable palmada en la espalda, una voz que nos diga: “No estás loco. Tienes derecho a soñar tus sueños locos”. Si tu, o alguien como tú, alguna vez siente que necesita un pequeño empujón, envíales este ensayo para decirles: “Hay más raros como nosotros. Persiste.”
*Este es uno de los artículos que recomendamos en el curso Mentalidad 13%, en el que enseñamos los principios y la mentalidad detrás de las personas que disfrutan lo que hacen y que tienen carreras profesionales vibrantes. Pueden conocer más sobre el curso aquí.