La línea entre el placer y el trabajo siempre ha estado presente y, para la mayoría de nosotros, es una gruesa. En el colegio, el recreo era para divertirse mientras que las clases eran para aprender; en el trabajo, el horario de oficina es para trabajar y las pocas horas restantes del día pueden usarse para divertirse. Pero, ¿qué tal si uno integrara los dos elementos en una sola vida?

Lograrlo, creemos nosotros, es un requisito fundamental para entrar en ese preciado 13%. Eso sí, les recomendamos, antes de intentarlo, escuchar la historia de Daniel Escobar y su trabajo que no se siente como trabajo.

 

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