En 13% hemos hablado mucho sobre pasión y propósito, y tal vez no lo suficiente sobre fortalezas. Quienes lo han sentido sabrán que trabajar desde lo que uno es bueno trae una satisfacción tremenda. Christian Muñoz lo sabe, él es médico psiquiatra y lo que lo hace excelente en su trabajo no solo es el hecho de haber trabajado en afinar sus habilidades, hay algo en su pasado que le permite empatizar con sus pacientes.
Los talentos más profundos a veces residen en los lugares más oscuros del pasado. Descubrirlos exige el coraje de dirigir la linterna a esas situaciones y recuerdos que solemos rechazar. Este episodio de 13% es precisamente un intento por iluminar lo que permanecía oscuro, por descubrir qué del pasado de Christian lo separa de sus colegas, por mostrarle a nuestros oyentes en qué lugares pueden comenzar a escarbar sus propias fortalezas.
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Transcripción del episodio
[13%] En 13% hemos hablado mucho sobre propósito y sobre pasión, pero tal vez no mucho sobre fortalezas. Es importante que hablemos sobre este tema. Porque para quienes lo han vivido, sabrán que la vida profesional es mucho más satisfactoria cuando el trabajo se siente como si no fuera trabajo. Eso pasa cuando las cosas fluyen por cuando uno está trabajando desde lo que es bueno. En últimas, todos deberíamos tener claro para qué somos buenos, ¿cierto? Pero ese no siempre es el caso, es más, parece que nuestra cultura está inclinada siempre hacia el otro lado. Hacia hacernos saber en qué no somos tan buenos, entonces, desde pequeños, las discusiones en la casa no eran sobre lo bueno que éramos en ciencias sino sobre lo malos que éramos matemáticas.
Estamos acostumbrados a intentar compensar en vez de sobresalir, en ser aceptables en muchas cosas en vez de ser excelentes en unas pocas. En 13% nos atrevemos a decir que esa no es sólo una gran causa mediocridad sino también explica en parte por qué tantas personas están insatisfechas en lo que hacen. Llegó la hora de dejar de tapar todas las grietas Y mas bien dedicar esa energía a mejorar fortalezas.
[Intro] Bienvenidos a 13% pasión por el trabajo.Yo soy Nicolás Pinzón, y yo soy Andrés Acevedo, y nos parece absurdo que solo el 13% de la población mundial ame su trabajo. Por eso, creemos que es vital contar las historias de esa minoría especial que no odia los lunes, ni espera impaciente que llegue el viernes por la tarde, ni trabaja solo por dinero. Con ayuda de todos ustedes queremos darle un nuevo significado a esa parte de nuestras vidas que se llama trabajo.
Hasta el momento, la mayoría de historias de 13% han comenzado en un momento de decisión. La decisión de tomar una carrera o de cambiar de carrera, cómo le sucedió a nuestra queridísima Manuela Molina, o la decisión de renunciar en un trabajo como fue el caso de Ricardo Gómez. La historia de Cristian Muñoz, sin embargo, no comienza con una decisión. Comienza, en realidad, con uno de sus intereses más privados y profundos. Mientras que las decisiones implica un proceso de racionalización y esfuerzo, la decisión de Cristian fue algo que surgió sin esfuerzo. Surgió de manera orgánica y natural. Cristian Muñoz, desde pequeño, siempre ha tenido un profundo interés por los niños. En particular por cuidarlos y por ayudarlos.
[Cristian] Me dejaban cuidando a los niños y me gustaba, lo disfrutaba. De hecho, mi hermana tiene una diferencia conmigo de 10 años y yo le cambiaba los pañales, yo era el hermano mayor, le di tetero, estaba pendiente de ella y yo tenía sólo 11 años. Yo disfrutaba ese tipo de cosas. Entonces ahí casi que yo tenía esa fascinación porque a mí me dejaban un niño y yo sentía que era muy agradable poderme quedar con los niños, ellos se sentían cómodos conmigo, no lloraban, no hacían paleta, y cuando me les acercaba se sentían cómodos.
Cuando estaba en el colegio, yo soy como una versión de Quino y de Susanita pero al revés: yo soy Susanito. Yo siempre quise ser papá, siempre quise tener una familia. Y, a partir de eso, iba buscar una herramienta que me hiciera feliz.
[13%] A Cristian le gustaba cuidar a los niños, era muy bueno haciéndolo, tenía una facilidad para llevarse bien con ellos, para entenderlos y para hacerlos sentir cómodos en su presencia. Era, en otras palabras, una fortaleza. Sin embargo, había otra pasión que halaba a Christian en otra dirección.
[C] En mi época yo dije voy a hacer comunicador social y periodista. Amaba el fútbol, entonces dije voy a ser comentarista deportivo. Imagínate qué es acercarse a hablar con tus papás hace 30 años y decirles “yo voy a ser periodista”. Tu mamá abogada, tu papá abogado, y yo les digo “yo voy hacer comentarista deportivo, yo voy a hacer locutor”. Me miraron con una cara de “¿qué es eso? primero usted estudia una carrera y después sí estudia eso que usted nos está diciendo”. Con 16 años yo dije “bueno, los papás son los que sacan la plata para poder pagar, uno ni siquiera en ese momento podía decir ‘yo trabajo’, o yo me pago la otra carrera, o yo me busco el espacio para poder desarrollar esto que yo deseo hacer”.
[13%] El tema de las carreras tiene el problema que la mayoría de veces uno se gradúa demasiado joven como para tener una noción de qué le gustaría estudiar. Ese no era el caso de Cristian, el era un gran amante del fútbol y sabía que quería estudiar comunicación social. Desafortunadamente, y como sucede mucho, las pasiones más profundas de las personas no encajan dentro de las carreras aceptadas socialmente. Mucho menos hace 30 años en la que la baraja de carreras era mucho más limitada que hoy en día.
[C] Yo entré a estudiar derecho donde mi padrastro era rector de la universidad. Llegue ahí y lo que pasó es que me encontré con tipos de 19 años, 18 años, yo tenía 16 y ellos me decían que yo tenía habilidades para ser abogado. Resulta que quizá tenían las habilidades pero no tenía la madurez. Entonces, como estaba tan joven, no tenía todavía claro realmente. Yo lo único que quería era ser feliz.
Yo amaba a los niños pero no sabía por dónde canalizarlo. El caso es que después, con unos amigos, siempre me ha ido bien la parte biología, química, y yo dije “bueno, voy a ser médico y voy hacer pediatra. Entonces me voy a meter en ese cuento”. Y me metí por la parte de medicina pero yo nunca deje de hacer cosas. En esa época en la parte de locución existía Radioactiva, Papuchis, y yo participaba en todos los concursos que hacían. Una vez me gane una beca para estudiar locución y me volví a animar a decirle a mis papás que me había ganado una beca. Estaba como en tercer semestre de medicina, me iba bien como médico amaba lo que hacía, pero dije “si lo puedo hacer en paralelo, mejor”. Mis papás me dijeron “gradúese primero y después usted mira si va a disfrutar y usufructuar esa beca”. Yo dije “listo, perfecto”.
Mientras tanto, yo anima a las fiestas de la universidad. Me gradué de El Bosque, que en esa época se llamaba Escuela Colombiana de Medicina, y las fiestas allá necesitaban un presentador. Había un reinado de las reinas de mi universidad, y mi universidad sólo era medicina y odontología entonces había un candidato cada semestre, y había una presentadora de odontología, yo era el presentador de medicina y animamos todas las fiestas.
Música.
[13%] El giro extraño de esta historia se da cuando Cristian termina medicina y, contrario lo que uno pensaría, decide aplicar a la especialización en ginecología. Es decir, la locución ya había quedado atrás y, encima de todo, dejó los niños de lado. No puede ser. Aquí lo más probable es que usted, como oyente, se moleste y diga “a ver, ¿no se supone que esta era una historia de las fortalezas y de cómo es más satisfactorio trabajar en algo en lo que se pueden poner esos talentos en acción?” Esa crítica es válida y es cierta.
Hasta el momento hemos hablado del talento de Cristian para los niños, también de su pasión por el fútbol y la locución, y de cómo ese talento se va desarrollando poco a poco. Entonces, la decisión de Cristian para especializarse en ginecología parece romper con esa promesa. Aquí nos encantaría justificar este cambio rumbo pero lo cierto es que nosotros tampoco lo entendemos muy bien. El mismo Cristian parece no encontrarle tampoco mayor explicación. Dice que aplicó al ginecología para tantear el terreno y terminó pasando…
[C] Cuando me presenté al programa de residencia en mi universidad duraba cuatro años y el de las otras universidades duraba tres años. Entonces yo terminé el primer año y era como si no hubiera comenzado todavía. Entonces yo dije “no, yo esta vaina no le jalo, y me retiré”. Me retiré en pleno mundial de fútbol, para que veas el fútbol como influye. En el mundial de Francia 1998 me retire. Estaban dando el mundial y yo estaba atendiendo un parto yo dije “no me aguanto más esta vaina”. Y me retiré. Y me fui a ver fútbol. Me fui a ver fútbol y a pensar qué iba a hacer con mi vida, cómo me organizaba con mis cosas y, nuevamente, estaba como siempre el cuento de los niños.
Siempre había estado desde pequeño el cuento de Susanito. Me encontré por ahí con un médico que es el jefe de salud mental de Colsanitas, que se llama Rodrigo Muñoz Y yo le iba llevar a mi hermana porque mi hermana estaba pasando por una adolescencia terrible. Él sabía que yo tenía un familiar que era psiquiatra y que vivía en Estados Unidos, y me dijo “oiga, usted porque no hace psiquiatría” y yo le dije “yo jamás había pensado hacer psiquiatría, yo había pensado en hacer pediatría”.
Toda la carrera, siempre que había una persona con un inconveniente de salud mental, me llamaban a mí. Y yo iba hablar con el paciente, dialogaba, conversaba. Todos mis compañeros le tenían miedo a la estigmatización del paciente con enfermedad mental, el loco, el que te agrede, el que te pega, y a mí se me daba eso, no sé si por pura cuestión genética, porque tengo familia de psiquiatras, pero yo nunca lo había contemplado. Está ese cuento que dice “caminante no hay camino”: yo no pensé en ser psiquiatra. Termine siendo psiquiatra. Eso sí, me apasionaba lo que hacía en medicina, todo lo que hacía me encantaba. Termine psiquiatría y cuando terminé psiquiatría pensé “los niños, siempre en los niños”. Dije voy a hacer psiquiatría infantil.
[13%] Caminante no hay camino, se hace camino al andar. Dice la canción. Aplica para la vida y aplica también la historia de Cristian Muñoz. Cristian no pensó en ser médico, terminó siendo médico. Tampoco pensó en ser psiquiatra, pero terminó siendo psiquiatra. Intentar planear con detalle una carrera profesional es un ejercicio infructuoso. Los caminos nunca son claros y el que intenta ver a través de la neblina solo consigue engañarse asimismo. Sin embargo, parece que en las historias de 13% hay algo que está trabajando detrás de las escenas. Algo como una fuerza mística que parece encaminar a nuestros personajes en el camino correcto. Y entonces, aparecen personas como Rodrigo Muñoz, en el momento que se cruza en el camino como mandados por el cielo y lo enderezan a uno en el rumbo.
Cuando uno en intenta explicar este tipo de situaciones tiene dos opciones: O dice que todo fue causalidad, que cada paso lo llevo al siguiente, bajo la lógica de que las cosas pasan por algo, o lo ve como casualidad, y las cosas simplemente pasan. Cualquier otra explicación no es más que un cuento que uno en retrospectiva construye para convencerse que hubo fuerzas más poderosas que uno trabajando para que las cosas salieran bien.
Causalmente o casualmente, Cristian termina en una profesión en la que podía apalancar su talento para tratar con niños, y eso lo llevo a decir hoy en día una frase que, cuando uno la escucha, ahí mismo sabe qué se trata de alguien que están el 13%.
[C] Yo me siento acá y yo no siento que estoy trabajando. Yo siento que estoy ayudando a niños que tienen, por diferentes razones, inconvenientes de salud mental.
Aquí bien podríamos terminar la historia. Vimos como Cristian, a pesar de estar desviado del camino, termina en lo que tenía que terminar, y en un trabajo que le permitía aprovechar su talento más profundo. Sin embargo, el verdadero valor de su historia está antes de todo esto, antes de que Cristian entrara al 13%, antes de decidiera renunciar en pleno mundial de Francia 98, incluso antes de que Cristian entrara a la universidad. Esta historia en realidad se desarrolla cuando los papás de Cristian estaban en la universidad.
Mi papá estudió sociología. Mi mamá también estudió sociología en un comienzo, cuando eran jóvenes. Imagínate en los setentas. en el 71 nací yo, época hippie, época revolucionaria Y mis papás jóvenes en esa época, de alguna manera donde hay mucha rebeldía mis papás eran dos intelectuales. Yo pienso que ahí hay una influencia, crecí en un ambiente universitario. Ellos eran jóvenes, mi mamá tenía 19 y a los 20 años me tuvo, entonces a mí me llevaban a la universidad. ¿De dónde saca un universitario para pagar una niñera? ¡Y hace 48 años mucho menos! Entonces yo vivía con ellos permanentemente, me cargaban y cuando ellos entraban a clase me dejaban con otros compañeros.
[13%] Claro, uno suele pensar que es que para hacer parte del 13% hay que venir de privilegios, hay que haber tenido la oportunidad de viajar por el mundo, y haber estudiado una gran carrera en una buena universidad. Y eso ayuda. No lo vamos a negar. Pero aquí tenemos el caso de Cristian qué más que nacer en una cuna de ricos, nació en una cuna de unos papás medio hippie que antes de entrar a clase tenían que buscar un compañero que les cuidara su bebé. Las circunstancias en las que se crió Cristian no fueron las ideales. Y sí, los ambientes universitarios son muy estimulantes, pero de ahí a a afirmar que son los lugares donde los niños deberían crecer, hay una gran brecha. Y como si la inconveniencia del entorno no fuera lo suficientemente retadora, el papá de Cristian decidió agregarle un toque de pisco a la adversidad y se separó de su mamá.
En este punto, la historia Cristian pudo haber tomado un giro negativo y oscuro, pues en la ausencia de un padre y con una madre joven todavía la universidad no serían pocos los niños que terminarían en malos pasos. Lo que sucedió con Cristian y su madre universitaria, después de la siguiente pausa.
[Pauta] Hola soy Daniela y escucho 13%. Si a ustedes les gusta este podcast tanto como a mí, les quiero pedir un pequeño favor: compartan las historias de 13%. Suban una historia Instagram, compartan el episodio en Facebook, mándenlo por WhatsApp, lo que sea. Solo no olviden etiquetarlo como @treceporciento, todo letras. Cada vez que ustedes comparten un episodio, ayudan a que 13% llegue a mas oídos. Ahora sí que siga la historia.
[13%] Sola, sin el apoyo del padre de su hijo, y tal vez demasiado joven para haberlo tenido, la madre de Cristian estaba en un contexto al que se ven enfrentados muchas madres a las que las circunstancias no les permite cuidar a sus hijos. Sin embargo…
[C] Mi mamá siempre ha sido una mujer echada para adelante, de hech,o todo lo que yo sea se lo debo a ella. Además, por la consciencia de conseguirse un papá para mí, que no tenía, y claro, un niño que crece sin papá tú sabes que de una manera siempre anhela tener esa figura paterna. Yo me encuentro con un nombre que transforma totalmente el concepto de lo que es un hombre. Porque yo tenía concepto de un papá ausente, un un papá con un corazón hipertrofiado, porque mi papá estaba lleno de mujeres y no tenía un corazón para una, sino para muchas. Yo me encuentro con una figura de un catedrático, de un profesor con otro tipo de formas, y yo comienzo necesariamente a tener que fijarme en él. Era un hombre muy culto, extremadamente culto. Era un abogado que ocupó una cantidad de cargos bastante importantes y se la pasaba leyendo, se la pasaba escuchando música clásica. Yo pienso que yo lo miraba y tenía la necesidad de identificarme con alguien, como un alter ego. Yo pienso que me identifiqué con sus formas, su forma de hablar.
[13%] Con la figura renovada del verdadero padre, Cristian parecía estar condicionado para tener una vida más exitosa. Sin embargo, eso no quiere decir que estuviera exento de retos y de aún más adversidades.
[C] Yo me pongo a recordar y yo no tenía muchos amigos. Tenía pocos amigos. A mí me sacaron corriendo todos lados. De hecho yo me refugié mucho, como niño con padres separados, lo que a mí me hacía feliz era el fútbol. Entonces, cuando ustedes me hablan de juegos y yo trato de mirar juegos en mi época, sin yo ser un niño como de comodidades porque mi mamá era una mujer joven, que me llevaba donde mis abuelos y mi mamá tenía que estudiar y que trabajar, entonces yo no tuve las comodidades de todos los muchachos de esa época que estudiaron en colegios sofisticados y nada esas cosas.
Yo estudiaba en colegio de barrio. Era cerca la casa de mi abuela y yo lo que jugaba era que en Kokoriko sacaba de la basura unas latitas, unas latitas donde venían los jugadores de fútbol. Entonces me acuerdo mucho de jugar con unas latitas de Millonarios, de Santa Fe, has de cuenta como si saliera en esta época James Rodríguez, la foto de ellos pegada en la lata de Coca-Cola, aunque en ese entonces venían era en Colombiana. Y entonces yo guardaba mis latas y esos eran mis juegos. Por ejemplo los piques, yo tenía una bolita y hacia canchas en el piso, tenía un cuadernito donde anotaba todos los partidos, obvio siempre ganaban los equipos que me gustaban más. Yo hacía los partidos, ponía 11 latitas contra 11 latitas, la bolita, y comenzaban a darle, yo me inventaba partidos. Decía lo que yo escuchaba y ahí comencé a hacer el ejercicio. Yo tenía seis años pero yo iba hablando, y hablar solo, hablar conmigo, no recuerdo tener muchos amigos ni socializar si no estar ahí jugando entre los seis y los ocho años con el cuento de mis latas.
De hecho en algún momento, en algún trasteo cuando se casa mi mamá, mi mamá ya no me llevaba las latas. Y es una de las cosas que más anhelo yo. Si en algún momento vuelve a salir las latas con jugadores de fútbol las voy a guardar. Para mí son importantes, luego las reemplace por fichas de parques. Si había parques, se compraban las fichas de parques y con las fichas de parques yo hacia los partidos. Yo narraba todos los partidos.
Después, en la época mí a los 80, vino lo del ciclismo entonces cambie el fútbol y jugar con las fichas de parques. En el parques por me acuerdo que ponía Fabio Parra, a Lucho Herrera, y tiraba los dados. “Arrancó Luis Herrera, el último kilómetro, va Fabio Parra, arrancó Luis Herrera, va en el último kilómetro, va Fabio Parra”, yo hacía mi narración.
[13%] La pregunta que todo el mundo parece hacerse es cómo hago yo para encontrar mis pasiones y mis fortalezas. Nosotros no tenemos la respuesta. Pero tenemos lo que nos está enseñando Cristian en este momento. En este viaje íntimo a la infancia. Para reflexionar sobre qué valor le puede agregar un buen mundo. No basta con ver esos momentos grandiosos en los que uno se sintió como el mejor, lleno de felicidad. No. También hay que mirar esos momentos difíciles o de tristeza, porque tal vez son esos los que guardan la clave de todo. Hay que mirar ese niño sentado en la esquina de la casa jugando solo y refugiándose en la narración de un partido de fútbol con latas. Ahí puede estar la clave. Y es que Cristian es muy bueno con los niños pero no sólo por la formación que tenía. Cristian es bueno con los niños porque él sabe lo que es ser niño en medio de la adversidad, el sabe lo que es crecer en ausencia de un padre. Son esos mismos momentos los que le permiten ser mejor en lo que hace.
Ahora uno podría pensar que Cristian le tocó renunciar a su otra pasión de ser locutor para ser psiquiatra niños. Pero parece que es todo lo contrario. Es precisamente su talento como locutor es que le permite ser un gran psiquiatra de niños. Lo que buscaba Cristian con la locución no era precisamente narrar goles.
[C] Lo que yo quería ser de transmitir fútbol, lo quería hacer no para narrar goles ni ser un comentarista reconocido, si no para poder conmover a las personas con un relato, hacer que dos personas se sintieran diferente, eso es lo que yo quería hacer. A veces tú tienes un objetivo del poder, a través de la alocución, transformar la vía de las personas. Y termina Dios dándote otro papel completamente diferente, y te propones que lo vas a hacer, quizás es una locución porque no sé qué pasa con mi voz y las personas, no sé si genera confianza, si mi voz genera seguridad, o si algo diferente pasa, que si es una voz afectuosa, sentida, o quizá sé escuchar. De todo lo que me ha venido pasando, quizás soy muy empático, y siento que lo que las personas me dicen que es muy importante, que mi voz los va a acoger.
“Arrancó Luis Herrera, el último kilómetro, va Fabio Parra, arrancó Luis Herrera, va en el último kilómetro, va Fabio Parra”
[13%] A Cristian sus momentos más oscuros lo encaminaron a lograr grandes cosas. ¿Qué más increíble que salvar la vida una persona?
[13%] Mis pacientes de alguna manera muchos de ellos crecen conmigo. Los niños crecen, se ha venido haciendo adultos, pero verlos desarrollar habilidades, superar obstáculos o superar situaciones de alguna manera y sin proponermelo, pueden ser habilidades similares a las mías en el sentido de que yo también tuve una niñez exigente, demandante, con una cantidad de situaciones, entonces cuando yo tengo paciente, si aparece, viene, me cuenta sus éxitos, eso es satisfactorio. Cuando yo tengo alguien que se iba a suicidar y ya no se suicidó, ahora tiene un hijo por ejemplo. Yo tengo un paciente que quiero muchísimo. Tuvo siete intentos de suicidio, ¡siete! Hoy en día está casado, tiene un hijito, y todos los 17 de diciembre que él cumple años yo lo llamo a felicitar, y él me dice “gracias por todo lo que hizo por mí”. Eso no tiene precio. Eso es lo mejor que te puede pasar en la vida.
Imagínate yo en 20 años que tengo ejercicio vinculado con la psiquiatría, yo siempre dije que con sólo una persona que yo logrará ayudar a transformar su experiencia de vida y pudiera modificar en algo con el apoyo, el respaldo mío, ya valía la pena. Y ese “uno” se ha ido multiplicando por varios. Y al día a veces una persona te puede decir, a veces en un mes pasa uno que te lo puede decir, pero con solo uno que te lo diga ya vale la pena venir, sentarse acá, madrugar, arrancar a las seis de la mañana y terminará las ocho de la noche, salir después de atender 30 pacientes, de salir extenuado, eso es lo mejor: la gratitud del paciente y la felicidad de esa persona que ha superado un obstáculo.
[13%] Este episodio lográbamos en el consultorio Cristian en medio de un tremendo aguacero con rayos, pero ni los estruendos lograron desconcentrarnos de esta conversación mágica. Esta conversación, en medio de un espacio lleno de juegos, detalles de fiesta, un PlayStation que lo hace parecer más que un consultorio en lugar de ensueño de cualquier niño quiere.
[C] Yo pienso que yo soy un niño. Yo siempre quise ser niño y nunca he dejado de ser niño. Yo tenía un autor que yo lo leía y lo leí por primera vez por allá en el colegio, se llamaba Gilbert Benson. Y es sobre el análisis transaccional. Él hablaba que la psiquis humana tenia un padre, un adulto y un niño, y que dependiendo de las circunstancias tocaba sacar y disponer de ese padre, adulto, o niño para la situación o coyuntura que estuvieras viviendo. Si yo voy a un parque de diversiones, yo no puedo sacar el padre, tengo que sacar el niño, gozármela, saltar, gritar, divertirme. Y acá como médico psiquiatra seguramente es un adulto el que atiende a los papás, pero es un niño que atiende a los niños. Entonces como yo soy un niño, y si ves mi consultorio, lleno muñequitos por todos lados, tengo un ajedrez de Star Wars y la gente dice “ay doctor usted tiene de todo para los niños”, pero no es solamente para los niños, también es para mí.
Cuando yo lo compré, también vi el de Harry Potter, están los superhéroes, de todas las cosas que yo pongo acá y siento que como yo soy un niño ellos también se dan cuenta de lo mismo y así hay una mejor conexión, hay un mejor vínculo. El PlayStation sí es la tecnología, en la modificación de esa ludoterapia, lo he utilizado siempre como un elemento para poderme comunicar con ellos. Los niños que tengo hoy en día son niños digitales, que nacieron en el siglo XXI. Ya no son los niños que en un comienzo me sentaba yo con la cajita de colores a pintar, a dibujar, a jugar juegos de mesa. Son niños que necesitan otras necesidades, entonces yo también me he modernizando pero como yo nunca dejé de ser niño juego a la par con ellos, con sus necesidades, y por mi condición de papá también se me facilita. Así puedo hacer una mejor transición. Porque como mis hijos, mi hija tiene 15 años la mayor, y 11 años mi hijo menor ellos han llenado este consultorio sus juguetes. Ellos vienen y dicen “papá te voy a donar este juguete para que tú lo puedas compartir”, y yo los utilizo. Entonces el PlayStation se ha convertido en una forma con mis pacientes, para jugar FIFA, LEGO, ¡me encanta! Nos sentamos a jugar, vamos hablando y al mismo tiempo son juegos terapéuticos, hay muchos juegos que, en mi conocimiento, los he ido transformando para utilizarlos como herramienta terapéutica, para utilizarlo como herramientas emocionales de auto eficacia, autoestima, autorregulación. Todo lo que pasa en el juego yo se los pongo a ellos como una parte de proyección y analogía, ellos entienden eso muchas veces mucho más fácil, como herramientas que el juego tiene, y el PlayStation se convierte en su zona. Esta zona es la zona de adultos, allá es la zona donde se conectan conmigo, ellos se ponen a jugar. Además porque hay muchos niños que en casa los papás no juegan con ellos, entonces yo me pongo a jugar con ellos acá.
Ahora me hiciste acordar de un paciente mío que le dijo al papá “¿tu porque nunca me habías traído donde este doctor? ¡Este es el mejor doctor que yo conozco!” Eso es un espectáculo. Es un niño carismático y ese tipo niños me hace acordar de mí a cuando yo jugaba con mis latitas, pero de una manera diferente porque yo siempre quise tener un papá que me escuchara, y terminé convirtiéndome en ese papá para el resto de mis pacientes.
[13%] La historia Cristian es un espectáculo, es una demostración de lo que puede lograr la voluntad humana, un verdadero ejemplo de que la vida no nos condena al fracaso ni a la infelicidad. Esta historia es una cura para dejar de quejarse, para entender que los momentos más adversos se puede formar las fortalezas más grandes, para entender que nuestra propia historia de dolor nos puede condicionar a grandes éxitos siempre y cuando uno decida ser honesto con uno mismo y explorar esos fantasmas del pasado. Entonces, para la persona que no tiene ni idea en que es bueno, un consejo, o mejor una pregunta: ¿ya miró el lado oscuro de su pasado? Tal vez bajo todo ese polvo este guardado una verdadera joya.
[13%] Para terminar, estas son las tres increíbles conclusiones con las que nos deja Cristian:
- La vida no toca en el momento que toca tomar decisiones, si no la vida es hacer un camino y convencerte que tienes una motivación de tener un sueño. Sino que cuando encuentres ese sueño, procura que abra muchas puertas para recorrerlo con mucho afecto, dedicación, disciplina y esfuerzo.
- La juventud y la niñez son el valor más alto de la sociedad. Si nosotros podemos pensar en ellos, invertir en ellos, seguramente vamos a tener el mejor fruto y nuestra sociedad se va beneficiar.
- Desmitifiquen el concepto de salud mental. Yo creo que detrás de la salud mental hay profesionales que trabajan con la firme convicción de poder convertirse en un apoyo y un respaldo. Si uno logra desmitificar esto, seguramente puede ayudar mucho mejor a los niños y adolescentes de nuestro país.
Gracias por escuchar este capítulo de 13%. Nosotros somos Andrés Acevedo y, quien les habla, Nicolás Pinzón. Pueden encontrar todos nuestros episodios suscribiéndose a nuestro canal en aplicaciones como Spotify, Apple podcast, Google podcast, YouTube o cualquier otra aplicación de podcasts.. No olviden seguirnos en Instagram y Facebook donde nos pueden encontrar como 13%, escrito todo en letras. Ahí esta el link de nuestra página web donde pueden descubrir más, incluyendo artículos escritos por nosotros. Si les gustó lo que acaban de escuchar, les queremos pedir un favor: ayúdanos compartiendo este episodio, sólo así podemos seguir fortaleciendo esta comunidad que busca re significar la palabra trabajo. Aumentemos esta cifra, hasta la próxima.